El punto referente al ministerio profético, es uno que muchas veces es difícil de tratar, puesto que concilios, federaciones e iglesias, tienen no pocas diferencias en la forma de aceptar, enseñar y ministrar la profecía; personalmente pienso que la falta de conocimiento, en lo que respecta al ministerio profético, ha traído consigo daño dentro de la iglesia y desconfianza en muchos.
Una parte, no pequeña, del cuerpo de Cristo aún hoy día no sabe la diferencia que hay entre un hermano que fluye en uno de los dones de profecía frecuente u ocasionalmente, un ministro profético que es usado proféticamente en aquellos momentos en que se encuentra predicando la Palabra u orando por una persona o una situación, y un profeta de oficio, que no está condicionado a un momento de ministración como tal, sino que es profeta todo el tiempo.
Tal vez sea el desconocimiento de este punto lo que ha llevado a muchos a menospreciar la profecía, dado que al no entenderla correctamente, los lleva más a ignorarla que a estudiarla y pesarla correctamente, incluso moviéndolos a veces a tener cierto temor a las manifestaciones proféticas, cosa que Dios mismo no aconseja, sino que más bien nos exhorta en 1 Tesalonicenses 5: 20-21 a tomarla muy en cuenta puesto que muchas bendiciones trae la profecía a la vida de los creyentes tal cual veremos más adelante.
1 Tesalonicenses 5.20-21 (RV 60)
“No menospreciéis las profecías.
Examinadlo todo; retened lo bueno”
El apóstol Pablo indica claramente aquí que: No debemos menospreciar las profecías, también nos aconseja a examinarlo todo y retener lo bueno. La Profecía Bíblica debe de ser examinada para ver si proviene de Dios y si está cimentada en la Palabra escrita, no existe nada de malo en el hecho de pasar la profecía recibida por el tamiz de la palabra a ver si la misma está respaldada por las escrituras, por ejemplo: “si un profeta le dice a alguien que tome lo que no es suyo”, esa palabra contradice a la biblia puesto que ella dice claramente que “no debemos hurtar” (Éxodo 20:15), si la palabra fuera que “te separes de tu cónyuge (sin que el mencionado haya cometido adulterio) esto no es avalado por el Señor, quien dijo que sólo en caso de adulterio procede un divorcio dentro de un matrimonio cristiano (Mateo 19:9); si una persona que llamándose salva practicase la homosexualidad y esta se le dijese que el Señor está complacido con él, de seguro el tal profeta no habló de parte de Dios puesto que Él varón y hembra los creó, Dios no hizo un tercer sexo, creó dos, uno masculino y otro femenino (Génesis 1:27; Mateo 19:4) y los afeminados y los que se echan con varones no heredarán el reino de Dios (1 Corintios 6:9) y así podríamos dar muchos otros ejemplos de situaciones.
Debemos conocer la biblia puesto que el Espíritu Santo y la biblia deben de confirmar la profecía. Los cristianos de Berea escudriñaban cada día las Escrituras para confirmar las cosas que Pablo les predicaba. (Hechos 17:11)
Continuando con el tema tocante a esos hermanos que por alguna razón huyen de lo profético, un caso muy común es el de las personas ministradas en un momento por un vaso de características almáticas y que en su impulsividad puso palabras en su boca que el Señor no había inspirado por el Espíritu. Esta problemática no es nueva, puesto que existe desde los tiempos en que aún se escribían las palabras que hoy podemos leer en nuestras biblias, en esa época ya habían quienes hablaban impulsivamente palabras que provenían de su propio corazón y no de Dios, con respecto a este tipo de gente, Dios mismo alertó que no los escuchasen puesto que profetizaban movidos por su alma y no por el Espíritu.
Jeremías 23:16,21 (RV 60)
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón.
No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían, yo no hable más ellos profetizaban”
La versión Biblia al Día explica de esta forma el versículo 21 de Jeremías 23
“Yo no he enviado a estos profetas, pero ellos dicen hablar en mi nombre; no les he dado mensaje alguno, pero ellos dicen que sus palabras son mías”
Tristemente muchos por ignorancia, otros por actitudes almáticas y algunos por vanidad hablan palabras que no provienen de Dios y esto ha hecho muchísimo daño a la iglesia, a personas e incluso al ministerio profético como tal.
Como mencioné con anterioridad, la Palabra de Dios nos manda a no ignorar la profecía (1 Tesalonicenses. 5:20) puesto que esta fue diseñada para señal a los creyentes y no para señal hacia los incrédulos”
1 Co. 14:22 (RV 60)
“Así que las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía; no a los incrédulos sino a los creyentes”
La misma profecía que es señal a los creyentes, también puede traer prosperidad y orientación divina:
· Una palabra revelada de lo alto, puede traer la prosperidad a tu vida.
2 Crónicas 20:20 (RV 60)
“… Creed en Jehová vuestro Dios y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados”
· Orientarte y darte dirección, para que tomes decisiones y transites el camino correcto.
Proverbios. 29:18 (RV 60)
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