El punto referente a la santidad, como ministros del
evangelio, no lo podemos obviar y para un intercesor es un requisito vital,
dado que ésta es el antónimo, lo opuesto a una de las características más
resaltantes de Satanás y sus demonios como lo es el pecado en sus diferentes
formas. Tristemente hoy día muchos la toman a la ligera, pero, es una condición
fundamental que todo líder y creyente debe experimentar en su vida diaria.
Un intercesor que está en “choque” constante con las
tinieblas necesita de la santidad en cada momento, pues ella impide que el
Enemigo se aventaje en la batalla.
1 Juan 5:18
(Biblia Textual)
“Sabemos
que todo el que es nacido de Dios no peca, pues el que fue engendrado por Dios
lo guarda, y el maligno no lo agarra”.
Cuando realmente hemos nacido de nuevo, no tendemos a pecar,
dado que nos cuidamos de no hacer las cosas que al Padre no le agradan, no
pecar nos resguarda en Cristo, y producto de la cobertura del Señor sobre
nuestras vidas el maligno no nos agarra. Noten que la santidad impide que
Satanás atrape al creyente que la práctica. La santidad es un arma espiritual
de tremendo poder en contra de las huestes del mal (Efesios 6:12) pero
cuando hacemos lo malo a los ojos de Dios, los demonios tienen un derecho legal
conferido por nosotros mismos que les permite intentar dañarnos, Véanlo de esta
forma: El Señor Jesucristo dijo que el príncipe de este mundo venía en su contra
y no tenía nada de Él, el Señor no le daba ninguna posibilidad a Satanás de
asirse a su vida para dañarlo, Jesús no le abrió jamás puertas al diablo,
Cristo estaba en un cuerpo humano y por ende era propenso a vivir y experimentar
las mismas cosas que tú y yo vivimos (tentación, hambre, soledad, dolor) y pasó
todas las tentaciones y pruebas que nosotros como seres humanos podemos pasar,
mas fue sin pecado, venció como humano semejante a ti y a mí, triunfó aquí
mismo en la tierra, para demostrarnos que cualquier cristiano que se someta a
Dios y su Palabra puede vencer al pecado de la misma forma que Él lo logró.
Hebreos
4:15 (Biblia Textual)
“Porque no
tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que ha sido tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.
Cuando vivimos una vida en santidad de seguro el enemigo no
podrá encontrar por donde colarse en su intento para neutralizar el plan de
Dios en nosotros, y como dice 1 de Juan
5:18 estaremos resguardados en Cristo, lo esto evitará que el maligno nos
agarre. Satanás aborrece la santidad puesto que esta es una de las principales
características del Dios Altísimo (Isaías
6:3, Apocalipsis 4:8), 1 Pedro 1:16, Salmo 22:3, Isaías 57:15, Josué 24:19) Dios
no diseñó a su pueblo para vivir en
el pecado, Él nos hizo para ser santos, razón por la cual la vida en santidad
nos coloca en el diseño perfecto de Dios.(Efesios
1:4, Éxodo 19:6, Levítico 20:26, Apocalipsis 22:11, 2 Timoteo 1:9).
Satanás aborrece la santidad porque esta lo coloca en franca
desventaja con aquel que la posee, es algo así como enfrentar a un insecto en
contra de alguien que tiene un pote de veneno en aerosol, sea una araña,
cucaracha, grillo, este intentara huir apenas se percate del olor que emana del
frasco de veneno, así pasa con cualquier demonio que perciba el olor a santidad
que fluye de un cristiano consagrado a Dios, el aroma a santidad lo hará huir
de la presencia de aquel que vive de manera santa, no puede agarrarlo como dice
1 de Juan 5:18, sencillamente porque
la santidad es un veneno para los demonios que aman el pecado. Seas un apóstol,
profeta, pastor, evangelista, maestro, intercesor, adorador o servidor, estás
en guerra en contra del diablo (Apocalipsis
12:17) y la santidad es un armamento poderoso en contra de las milicias de
las tinieblas, búscala y úsala.(Tomado de Guia para la Oración en Venezuela 2; Germán J. Rivas; 2014)